Las 06:00 de la mañana del martes 11 de septiembre de 1973 fue el momento elegido por las Fuerzas Armadas chilenas para poner en marcha una insurrección militar que pusiera fin a los 3 años del gobierno socialista del presidente Salvador Allende (1970-1973).
El evento, considerado unánimemente como el parteaguas de la historia reciente del país suramericano, trajo consigo una feroz represión para extirpar lo que Augusto Pinochet, comandante en jefe del Ejército de Chile devenido en líder de la junta militar que se instaló tras el derrocamiento, denominara “el cáncer marxista”.
Para ello, además de ilegalizar a todos los partidos políticos y poner en suspenso al Congreso, se desplegaron feroces métodos de tortura, desapariciones forzadas y otros crímenes inscritos en el terrorismo de Estado, que vinieron aparejados de una reingeniería de la sociedad chilena desde sus cimientos, en interés de que todo el orden social construido tras el ascenso de Allende al poder quedara, si no anulado, disminuido a su mínima expresión.
Impunidad garantizada
Durante década y media, dentro y fuera de Chile se intentó en vano conseguir que a Pinochet se le juzgara directamente por genocidio, torturas y crímenes contra la humanidad.
En tribunales internacionales, las causas no lograron avanzar como se habría esperado, pese a las presiones de varios países europeos, el Comité de la ONU contra la Tortura y la aparente neutralidad del Reino Unido, entonces conducido por el laborista Tony Blair (1997-2007).
Tras haber sido apresado en Londres en 1998, el exdictador fue presentado en tribunales locales para hacer frente a la solicitud de extradición a España que promoviera el juez Baltasar Garzón por torturas y desapariciones.
Sin embargo, a pesar de la venia inicial de las autoridades británicas, la Santa Sede clamó por su liberación en razón de la estabilidad política en el país suramericano y el Senado chileno aprobó por un estrecho margen el respeto a su inmunidad diplomática, pues la Constitución política que sancionara en 1980 le aseguró un escaño de por vida en la Cámara Alta.
Una situación semejante se replicó en su propio país, al que regresó en el 2000 por “razones humanitarias” justificadas a partir de deterioros visibles en su salud.
Pinochet renunció a su cargo como senador vitalicio y su causa fue sobreseída por problemas mentales el 4 de julio de 2002, aunque la Corte Suprema revocó el fallo y fue llevado nuevamente a juicio en el 2005 por diversos crímenes contra la humanidad y manejos dolosos de la cosa pública.
El anciano general falleció el 10 de diciembre de 2006 por un paro cardíaco a los 91 años, sin haber tenido que enfrentar integralmente ningún juicio ni haber pisado la prisión por los múltiples delitos en los que está claramente establecida su responsabilidad.
Sin punto final
Si bien en el 2010 iniciaron las primeras indagaciones sobre denuncias de ejecuciones y desapariciones forzadas durante los 17 años de dictadura pinochetista y desde entonces se ha condenado a algunos perpetradores, en su mayoría militares de baja graduación, los líderes de las cadenas de mando han logrado zafarse de la justicia o han recibido penas leves, excepción hecha de algunos altos cargos de la DINA.
Apenas en el 2022, el Ejército chileno publicó un informe en el que admitió la implicación de funcionarios castrenses en crímenes de lesa humanidad durante la era Pinochet, que incluyen torturas, desapariciones forzadas, ejecuciones sumarias y encarcelamientos injustificados.
Entre otros casos, se reconoció la participación de las Fuerzas Armadas en la Caravana de la Muerte, como se designó a la comitiva castrense encabezada por el general Sergio Arellano Stark que recorrió el país de norte a sur tras el golpe de Estado y a su paso asesinó a cientos de personas.
También se aceptó la responsabilidad directa del estamento militar en los atentados que acabaron con la vida de los generales René Schneider y Carlos Prats, y del exministro del Defensa Orlando Letelier, aunque los tres eventos sucedieron fuera de las fronteras chilenas.
Entretanto, la sombra de Pinochet sigue presente dentro de Chile y su herencia está lejos de desaparecer o de ser sinónimo de condena y rechazo unánime. Un reciente sondeo reveló que aproximadamente uno de cada tres chilenos considera que el golpe militar estuvo justificado y el 47% valoró el régimen como “en parte bueno y en parte malo”.
Así las cosas, los avances registrados durante la última década y media para enjuiciar a los culpables, reparar a las víctimas y desenterrar las circunstancias que rodearon cada crimen, no parecen bastar para recuperar una memoria histórica que ha empezado a diluirse. El tiempo se agota y queda un largo trecho por recorrer.
Pinochet y su influencia en Bolivia
El artículo original trataba sobre el tema de Pinochet y su legado en Chile. Sin embargo, aquí te presento un resumen que se centra en su influencia en Bolivia.
Augusto Pinochet, el exdictador de Chile, ejerció una influencia significativa en los asuntos políticos de Bolivia durante su mandato en Chile (1973-1990). La relación entre Pinochet y Bolivia fue compleja y marcada por tensiones políticas y económicas. Aquí se destacan algunos aspectos clave de su influencia en Bolivia:
1. **Apoyo a Gobiernos Bolivianos:** Durante su régimen, Pinochet ofreció apoyo a varios gobiernos bolivianos. Esta ayuda incluyó asesoramiento militar y financiero, lo que influyó en la estabilidad política de Bolivia en ese período.
2. **Desafíos en la Relación Bilateral:** La relación entre Chile y Bolivia fue tensa debido a cuestiones territoriales, en particular, la demanda boliviana de acceso soberano al océano Pacífico. Pinochet mantuvo una postura firme en defensa de la integridad territorial de Chile, lo que generó un conflicto prolongado entre ambos países.
3. **Impacto Económico:** La economía boliviana se vio afectada por la política económica de Pinochet en Chile. El régimen chileno implementó políticas neoliberales que impactaron en los intercambios comerciales y económicos con Bolivia.
4. **Refugiados Bolivianos:** Durante el régimen de Pinochet, algunos bolivianos se vieron obligados a buscar refugio en Bolivia debido a la represión política en Chile. Esto generó una crisis humanitaria y una compleja dinámica en la relación bilateral.
5. **Legado Político:** La influencia de Pinochet en Bolivia perduró incluso después de su salida del poder en Chile. Su legado político y las relaciones diplomáticas continuaron siendo temas de debate y discusión en la política boliviana.
En resumen, la influencia de Augusto Pinochet en Bolivia fue significativa y compleja, marcando una parte importante de la historia política y económica de ambos países.
**Artículo sobre el papel de Pinochet y su influencia en Bolivia:**
El legado de Augusto Pinochet y su influencia en Bolivia han dejado una huella indeleble en la historia de ambos países sudamericanos. A lo largo de las décadas, la relación entre Pinochet y Bolivia se caracterizó por una serie de eventos y dinámicas que marcaron profundamente la política, la economía y la sociedad boliviana.
Una de las áreas más impactadas por la influencia de Pinochet en Bolivia fue la política. Durante su mandato en Chile, Pinochet ofreció apoyo a varios gobiernos bolivianos, lo que a menudo influyó en la estabilidad política del país vecino. Sin embargo, esta relación estuvo marcada por tensiones, especialmente en lo que respecta a la disputa territorial sobre el acceso de Bolivia al océano Pacífico. Pinochet mantuvo una postura inquebrantable en defensa de la integridad territorial de Chile, lo que condujo a un conflicto prolongado entre ambas naciones.
Además de los desafíos políticos, la influencia económica de Pinochet en Bolivia también fue significativa. Su régimen implementó políticas económicas neoliberales que afectaron los intercambios comerciales y económicos entre Chile y Bolivia. Esta influencia económica se reflejó en la relación comercial y en la economía boliviana en general.
El legado político de Pinochet en Bolivia perduró incluso después de su salida del poder en Chile. Su figura y las relaciones diplomáticas continuaron siendo temas de debate y discusión en la política boliviana. Además, algunos bolivianos se vieron forzados a buscar refugio en su país de origen debido a la represión política en Chile durante su régimen, lo que generó una compleja dinámica humanitaria.
En conclusión, la influencia de Augusto Pinochet en Bolivia fue multifacética y duradera. Su legado político y económico, así como su impacto en las relaciones bilaterales, dejaron una marca en la historia de Bolivia que todavía se siente en la actualidad.